"Billy Wilder. Soy un escritor, pero nadie es perfecto" |
... mató a Harry? No, es broma (y supongo que, si la habéis pillado, es que estáis en el lugar correcto). Me refiero a que, supongo, os estaréis preguntando quién se ha muerto para que nos sintamos "huérfanos de cine".
Escuché por primera vez la expresión "huérfanos de cine" en 2002, en un reportaje sobre la muerte de Billy Wilder. El autor, decía que Wilder acababa de fallecer, "dejándonos huérfanos de cine".
Esa frase, impecable como postumo homenaje al Sr. Wilder, suena a terrminología de esquela, lo que me hace pensar en otro Billy, en este caso Crystal, que en "Cuando Harry encontró a Sally" decía que la sección de necrológicas de los periódicos debería cruzarse con la inmobiliaria para facilitar la búsqueda de apartamento en alquiler, de modo que la cosa quedase más o menos así: "El Sr. Klein fallece dejando esposa, dos hijos y un amplio piso de tres habitaciones con chimenea de verdad".
Inevitablemente, pensar en Billy Wilder, lleva a recordar a Fernando Trueba recibiendo el Oscar por Belle Epoque en 1993 y diciendo aquello de: "Me gustaría creer en Dios para agradecérselo. Pero solo creo en Billy Wilder. Así que, gracias Mr. Wilder".
O sea, que Dios ha muerto (y no pretendo parafrasear a Nietzsche), dejando esposa, un amplio apartamento de tres habitaciones y un montón de huérfanos de cine. Y eso podríamos extenderlo a tantos otros que nos han ido dejando, cada vez un poquito más solos. Y por supuesto, podríamos extenderlo a todos esos viejos cines que nos vieron crecer y que también han ido desaparecido, a menudo convertidos en fincas, donde ni siquiera nos queda el consuelo de que Harry encuentre apartamento.
Y yo, que cuando voy al banco que ocupa el lugar de uno de los cines de mi infancia, siempre miro por si, como decía Serrat, veo "a Clark Gable en persona, en la cola de la ventanilla dos", no puedo evitar pensar que cada día, estamos todos un poco más "huérfanos de cine".
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